martes, 27 de febrero de 2024

Producción Literaria de los Poetas de la Independencia

 Referentes y sus Obras


José Joaquín de Olmedo (1780-1847)

ecuatoriano-Guayas

Canción al 9 de Octubre

Coro 

Saludemos gozosos 
En armoniosos cánticos 
Esta aurora gloriosa 
Que anuncia libertad 
Libertad, libertad! 

¿Veis esa luz amable 
que raya en el oriente, 
cada vez más luciente 
en gracia celestial? 
Esa es la aurora plácida 
¡que anuncia libertad! 
Esa es la aurora plácida 
¡que anuncia libertad! 

II 

Nosotros guardaremos 
con ardor indecible 
tu fuego inextinguible 
¡oh santa Libertad! 
Como vestales vírgenes 
que sirven a tu altar, 
como vestales vírgenes 
que sirven a tu altar. 

III 

Haz que en el suelo que amas 
florezcan en todas partes 
el culto de las artes 
y el honor nacional. 
Y da con mano pródiga 
los bienes de la paz, 
y da con mano pródiga 
los bienes de la paz.

Dolores Veintimilla de Galindo (1829-1857)

ecuatoriana-Pichincha

La noche y mi dolor

El negro manto que la noche umbría 
tiende en el mundo, a descansar convida. 
Su cuerpo extiende ya en la tierra fría 
cansado el pobre y su dolor olvida. 

También el rico en su mullida cama 
duerme soñando avaro en sus riquezas; 
duerme el guerrero y en su ensueño exclama: 
—soy invencible y grandes mis proezas. 

Duerme el pastor feliz en su cabaña 
y el marino tranquilo en su bajel; 
a éste no altera la ambición ni saña;
el mar no inquieta el reposar de aquel. 

Duerme la fiera en lóbrega espesura, 
duerme el ave en las ramas guarecida, 
duerme el reptil en su morada impura, 
como el insecto en su mansión florida. 

Duerme el viento, la brisa silenciosa 
gime apenas las flores cariciando; 
todo entre sombras a la par reposa, 
aquí durmiendo, más allá soñando. 

Tú, dulce amiga, que tal vez un día 
al contemplar la luna misteriosa, 
exaltabas tu ardiente fantasía, 
derramando una lágrima amorosa, 

duermes también tranquila y descansada 
cual marino calmada la tormenta, 
así olvidando la inquietud pasada 
mientras tu amiga su dolor lamenta. 

Déjame que hoy en soledad contemple 
de mi vida las flores deshojadas; 
hoy no hay mentira que mi dolor temple, 
murieron ya mis fábulas soñadas.


Numa Pompillo Llona (1832-1907)

ecuatoriano-Guayas

Doce años después

¡Todo se ha transformado en los lugares 
que hoy recorro doliente y solitario, 
y que fueron un tiempo el escenario 
del drama de mi dicha y mis pesares! 

Del corazón los ídolos y altares
juntos cubre del tiempo ya el sudario; 
¡todo lo disipó su curso vario... 
como el viento la espuma de esos mares! 

¡Ay, en tan vasta ruina y tal mudanza, 
sólo inmóvil mi espíritu subsiste,
huérfano del amor y la esperanza! 

Y fiel a sus dulcísimas memorias, 
pensativo contempla, y mudo y triste, 
la tumba de sus sueños y sus glorias!

Julio Zaldumbide (1833-1887)

ecuatoriano-Pichincha

A mi corazón

¡Corazón! ¡Corazón! ¿Por qué suspiras? 
¿Por qué los muros de tu cárcel bates? 
Es imposible, corazón.... ¡Deliras! 
Infeliz corazón, en vano lates! 

Siempre contuve tu ímpetu violento 
desde que pude conocer el mundo; 
siempre fui sordo a tu amoroso acento, 
sin tener compasión de tu ¡ay! profundo. 

¿Sabes por qué? Tras vanas 
ilusiones (ilusiones no más, bien lo sabía) 
quisiste ir como otros corazones 
a buscar, necio... ¿qué?, lo que no había. 

A buscar el amor... amor no se halla; 
a buscar la virtud... la virtud, menos; 
por eso yo te opuse firme valla, 
y no tuviste días de horror llenos. 

Conozco el mundo y sé la red que tiende: 
su mano oculta enherbolada vira 
a cuya punta el corazón aprende 
lo que va del amor a la mentira... 

Y tú querías con ardor vehemente 
lanzarte al mundo, ciego en el engaño; 
ibas a perecer, pobre inocente, 
al filo de su arma, el desengaño... 

¡No, jamás corazón! Cese tu acento; 
calma tu afán, desecha la esperanza; 
ese bien que demanda tu lamento 
es un bien que en el mundo no se alcanza. 

¡La virtud! ¡La virtud!... es vano nombre; 
sonar la oirás en nuestra impura boca, 
pero en verdad no la conoce el hombre 
ni responde a su voz cuando la invoca. 

¡El amor! ¡El amor! Dulce consuelo, 
supremo goce de la humana vida, 
única flor que aromatiza el suelo, 
felicidad del cielo descendida... 

Mas, otra vez, oh corazón, suspiras 
y el fuerte muro de tu cárcel bates. 
¡Es imposible, corazón!... ¡Deliras! 
¡Infeliz corazón, en vano lates!

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